
Alejandro Fontana, PhD
La agilidad organizacional es otra de las dimensiones que estos autores recomiendan tener. Según ellos, más que grandes estructuras jerárquicas, conviene contar con líderes que estén muy cerca del mercado, y que sean capaces de identificar los posibles problemas antes que estos se conviertan en crisis. Y no solo problemas en la producción, también los sociales y los que ponen en peligro la reputación de la empresa.
Un artículo de la Harvard Business Review (HBR) de fines del año pasado, escrito por Paul Polman y Andrew Wiston, sugiere 6 elementos para asegurar la resiliencia de una organización. Estas recomendaciones vienen avaladas por la revisión que estos autores han hecho de la literatura empresarial y la experiencia que ellos han vivido en las organizaciones donde han intervenido. Polman fue el CEO de Unilever en momentos difíciles para la empresa, y supo dirigirla hacia un posicionamiento de liderazgo en su sector.
Las sugerencias que estos autores proponen son tres elementos clásicos: flexibilidad financiera, diversidad en el portafolio y agilidad organizacional; y tres, más innovadores en el sector empresarial: moverse por un propósito, generar confianza y atender stakeholders. Brevemente, vamos a discutir las recomendaciones de estos autores, y procuraremos encontrarle alguna aplicación a nuestro contexto.
La flexibilidad financiera implica la capacidad de generar más recursos económicos, y por tanto, requiere una inversión en la gente, en las marcas, en I&D y en la producción para mejorar la calidad y ser competitivo. Pero, al mismo tiempo, la organización debe ser capaz de adaptarse a los cambios bruscos que el entorno genera, buscando modelos de organización capaces de mantener unos estados financieros saludables. Por ejemplo, modelos de asociación con colaboradores que les permitan una mayor autonomía e independencia.
Según estos autores, la diversidad de portafolio permite un manejo más balanceado de las altas y bajas del mercado. En el caso concreto de Unilever, este criterio lo llevó a la adquisición de productos y marcas que podían complementarse. Ellos señalan que la tendencia hacia una economía NET-ZERO hará que los productos, las cadenas de valor de transporte, energía, edificaciones y muchas más se desvanezcan o cambien dramáticamente. De modo que las empresas con pocos productos en su categoría no sobrevivirán al cambio que se viene.
La propuesta de los tres elementos restantes proviene de la visión que estos autores tienen de la empresa. Para ellos, las organizaciones fuertes son y serán aquellas que entreguen más al mundo de lo que han tomado de él. Organizaciones que tengan un propósito claro, y que sean capaces de generar confianza a su alrededor.

El propósito significa que una empresa conoce su razón de ser y es capaz de regresar a él frecuentemente. ¿Y esto que significa? En la experiencia de Polman, esto implicó conseguir que todos los altos ejecutivos de Unilever conociesen su propósito personal. Según él, fue un proceso largo de todo un año, con muchas idas y vueltas, pero sumamente necesario, porque una empresa con misión debe estar compuesta por las personas correctas.
La confianza con los stakeholders es otra de las palancas que permiten que una organización sea más resiliente. Algo que se construye con facilidad cuando la organización se mueve por un propósito y actúa de modo coherente con él. Y que en algunos casos se favorecerá con una actitud de transparencia.
Finalmente, el trato con todos los stakeholders es fundamental. Desde los programas que permitan una atención mejor a los propios colaboradores; el modo de llevar las relaciones con los proveedores, buscando que se conviertan en sociedades de innovación en lugar de solo relaciones transaccionales; el impacto en los consumidores, procurando que tengan una vida mejor; o trabajar con inversionistas que estén preocupados por la creación de valor en el largo plazo.
Pienso que todas las recomendaciones de estos autores son muy válidas en el contexto actual de nuestro país. De todas podemos sacar alguna aplicación. Para terminar este artículo, quisiera fijarme solo en una de ellas: la conveniencia de que nuestras organizaciones tengan un propósito definido, y por tanto, que cada uno de los directivos haya definido también, de modo personal, el suyo. Solo si sabemos dónde vamos, podremos tener claridad sobre los medios que convendrá optar para conseguirlo.