En la empresa mucho depende de la calidad de la mirada del directivo

Alejandro Fontana, PhD.

Pocas veces quizás habremos pensado en la importancia que tiene la mirada de un directivo. Incluso, no nos habíamos planteado su relevancia. Pero si tratamos de recordar algunas experiencias vividas en el contexto empresarial, caeremos en la cuenta que muchas decisiones han dependido precisamente de la calidad de esa mirada.

Uno ve a través de la experiencia vivida; y uno se plantea los escenarios y los alcances de una decisión según la calidad del espectro que uno posea. Si por ejemplo, el directivo desconoce alguna característica de la naturaleza humana, como el hecho de que el hombre no es egoísta por naturaleza, será muy difícil que admita, a priori, la posibilidad de que alguien esté actuando sin un interés personal. Pero no solo se trata del conocimiento de la naturaleza humana, o del dominio de unos criterios éticos, como lo que debe considerarse en la fijación justa de un precio. El ancho del espectro de la propia visión también depende de las vivencias personales, de las costumbres adquiridas y los hábitos culturales del entorno donde se habita.

Toda esta realidad no lleva a otra conclusión que a la necesidad de cuidar la calidad de la mirada personal cuando se tiene un cargo directivo. A esa mirada es conveniente retirarle los elementos distorsionantes que proceden del modo de ser y apreciar del propio directivo, y que no dependen de la realidad externa a él.

Las interacciones humanas en la empresa también están sometidas al influjo de la simpatía o antipatía natural entre los seres humanos. No cabe duda que hay personas cuya personalidad nos atrae, mientras que hay otras, que por su modo de comportarse, su carácter o algún defecto nos resultan poco atrayentes. Y esta es una realidad que debemos tener en cuenta en nuestros juicios como directivos, porque podríamos ocasionar una injusticia, causar algún daño a terceros, e incluso, a toda la organización. 

Cuando alguna persona no nos caen bien, solemos juzgar sus acciones como inadecuadas. Sin embargo, conviene que advirtamos que no nos suceda lo siguiente. El hecho de criticar -al menos- internamente cuando en una situación determinada hacen (A); y luego, el que también la critiquemos cuando en otro momento han hecho (no A) para la misma situación. Si nos ocurre esto, con sencillez debemos concluir que el problema no está en esa persona; el problema lo tenemos dentro de nosotros, en nuestro modo de ver la realidad.

Por eso es importante, prestarle atención al modo como miramos la realidad, y a partir de ella sacar ideas de lo que debamos modificar. No siempre serán los demás quienes deben cambiar; es muy probable que en ocasiones, el cambio deba darse en la persona del directivo.

Un aspecto que también conviene revisar es nuestra actitud frente a las novedades. Las facilidades que la rapidez de las comunicaciones nos brindan en la actualidad puede llevarnos a una actitud poco reflexiva y profunda: se repite los recibido sin haberlo comprobado; se crea un ambiente de sobre expectativa; se genera una actitud superficial. Por eso, es conveniente moderar nuestro deseo de saber; de estar actualizado con la última novedad; de ser la persona con el dato más reciente. Hay una virtud que conviene trabajar de modo especial en el ámbito directivo: el estudio. Esta virtud fomenta la búsqueda de información confrontada; valora mucho los datos objetivos; y se toma el tiempo necesario para decidir con más elementos.

La moderación de nuestra actitud personal ante el infinito de noticias, videos e informaciones que hoy en día nos ofrece internet es también un buen mecanismo para educar la calidad de nuestra mirada. Por eso, antes de acceder a una página determinada conviene detenerse un breve instante y pensar bajo la siguiente premisa: esto que voy a ver, ¿en qué me ayuda? ¿qué beneficio me ofrece? Estas preguntas sencillas, pueden ser un buen paso para un mayor autodominio personal.

Una mirada desprendida, serena y transparente nos permitirá ver personas en nuestros colaboradores, y descubrir con más facilidad sus necesidades y sus capacidades, y así ayudarlos a crecer. Y nos permitirá también mirar la realidad física con mayor profundidad y enfoque, y encontrar así las oportunidades que ella nos ofrece.

Publicado por Alejandro Fontana

Profesor universitario, PhD en Planificación y Desarrollo,

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