El lugar de la pobreza en la vida del directivo empresarial

Alejandro Fontana, PhD

Sunnie Giles publicó en Harvard Business Review, el año 2016, los resultados de su investigación sobre las competencias de liderazgo que líderes de empresas de todo el mundo consideraban como las más importantes. Ella pidió a 195 directivos de 30 organizaciones empresariales mundiales de 15 países, que escogieran las 15 competencias que les parecían más relevantes de una lista de 74 competencias que ella había predefinido. Las 6 cualidades que estos líderes priorizaron se recogen en la Tabla 1.

Tabla 1. Las 6 cualidades más priorizadas por los líderes

67% Tiene altos estándares éticos y morales
59% Provee objetivos y metas con líneas o direcciones flexibles
56% Comunica de modo claro las expectativas
52% Posee la flexibilidad para cambiar de opinión
43% Está comprometido con el desarrollo del entrenamiento de su gente
42% Comunica con frecuencia y de modo abierto
Fuente: Sunnie Giles, HBR March 2016.

Es probable, que nos llame la atención el lugar preminente que tienen los altos estándares éticos y morales en la perspectiva de los líderes empresariales. Especialmente contrasta con la dedicación que cada uno de nosotros brinda a la formación de estos estándares. Da la impresión que en nuestra vida personal esa formación solo dependiera de la familia que uno haya tenido, y que el tema no requiriese más.

Como un alto estándar ético en la empresa está estrechamente relacionado con un dominio adecuado de los propios intereses, hice una búsqueda en los repositorios de Harvard Business School y del IESE de los términos pobreza, austeridad y desprendimiento (en inglés, poverty, austerity y detachment). Los documentos y artículos en dichos repositorios que estaban relacionados con pobreza hacían referencia a cómo hacer negocios en la base la pirámide y a iniciativas privadas para sacar de la pobreza a las poblaciones marginadas; los relacionados con austeridad, a las medidas gubernamentales que se tomaban en los países con problemas económicos coyunturales, como Grecia; y finalmente, no había ningún documento relacionado con el término desprendimiento.

Al parecer, el contexto académico del management no recoge la relación entre estos conceptos y la actitud ética y moral de los líderes. Sin embargo, y por eso, pienso que conviene tratarlo, no podemos esperar que un directivo tenga un alto estándar ético y moral si él no posee una claridad conceptual sobre la ética y moralidad de la gestión de los bienes materiales, y al mismo tiempo, si no tiene un estilo de vida que conjugue, adecuadamente, estos conceptos: pobreza, austeridad y desprendimiento.

En el entorno económico, la concepción de pobreza que manejamos ha hecho que este término pierda ciudadanía en nuestras sociedades. Todos desean eliminarla de sus vidas, ciudades, regiones y países. Nadie desea ser pobre, todos desean y aspiran a salir de ese estado. Pero el concepto admite una revisión más profunda. De hecho, Amartya Sen, el premio Nóbel de economía de 1998, introdujo una visión distinta a solo la dimensión económica. Según él, “la pobreza es la privación de las capacidades básicas, y no solo como una renta baja”.

Ahora bien, si nos acercamos a la moralidad cristiana, la visión es radicalmente distinta. Es un concepto que tiene ciudadanía en dicha doctrina, y que al explicarlo, se le acompaña de los términos: austeridad y desprendimiento. Se le reconoce como una cualidad muy positiva, y se dice que genera, no un decaimiento de la personalidad humana, sino su mayor florecimiento. Incluso, se llega a afirmar que la pobreza, la austeridad y el desprendimiento son cualidades que generan un espíritu auténticamente libre, y por tanto, que son indispensables para amar.

Podríamos preguntarnos, ¿de dónde saca esta doctrina estos criterios? Y es que nos cuesta mucho imaginarnos al CEO de una empresa trasnacional haciendo actos de pobreza. ¿Acaso debería vestir un hábito, usar solo el transporte público, no tener aire acondicionado en la oficina, o no poder comer en buen restaurante?, ¿es realmente posible tener esta cualidad en el mundo empresarial?

Es necesario diferenciar la virtud de la pobreza de la pobreza material: la carencia de bienes. Esto último es lo que debe aliviarse; pero la pobreza como virtud es una componente de la templanza de la personalidad, una cualidad que permite que nuestra atención no se autolimite a la posesión de bienes materiales. Como la voluntad es una potencia espiritual, cuando un bien la atrae, esta se identifica con él, se hace a modo de ese bien. Por eso, cuando la atención a los bienes materiales crece mucho, entonces el propio espíritu se reduce, se “cosifica”; y en el extremo, la persona involuciona. Es decir, en lugar de mantener la apertura hacia las otras personas, como le corresponde a todo ser personal, la posesión de unos bienes materiales la cierra cada vez más en sí misma, y la aísla.

No es difícil imaginar que en unas circunstancias como estas, un directivo esté cada vez más pendiente de sus beneficios y facilidades materiales; y que además, tenga la disposición de hacer todo lo que vea necesario para conseguirlos. Contamos con muchos casos empresariales que describen este tipo de corrupción personal. Lo que conviene tener en cuenta es que esos casos de fraude y extorsión empezaron con ausencias pequeñas de austeridad y desprendimiento de los bienes materiales.  

A este nivel, pienso que conviene recordar que un directivo debe vivir la pobreza no por la carencia de medios materiales en la empresa, sino porque él busca estar desprendido de los bienes materiales, porque le conviene esta actitud a su propia personalidad y a la buena marcha de la empresa. Que la compañía pague unos gastos de representación no justifica que uno gaste lo que no gastaría si tuviera que pagarlo con su dinero. De otro lado, conviene que al elegir, siempre haya un factor, pequeño al menos, y que nadie note, que nos sirva como señal de que nos estamos negando a nosotros mismos en algo. Por ejemplo, en lugar de pedir el plato A que más me gusta, pediré el plato B, que también me gusta, pero que yo pondría en segunda prioridad; o entre dos platos que me agradan, pediré aquel que es ligeramente más económico.

La pobreza como virtud es un proceso. No hay que asustarse con sus posibles exigencias. Si empezamos con unos detalles pequeños -que cada uno puede imaginar o diseñar según su estado-, este hábito irá creciendo en nosotros, y entonces, más adelante, tendremos la capacidad de aventurarnos con detalles mayores. De este modo, cada día nos iremos haciendo más libres… y tendremos una libertad que nos permitirá salir con facilidad de nosotros para pensar y actuar en bien de los demás, y evitaremos también, cada vez con más facilidad, los posibles desórdenes éticos.

Publicado por Alejandro Fontana

Profesor universitario, PhD en Planificación y Desarrollo,

Un comentario en “El lugar de la pobreza en la vida del directivo empresarial

  1. Muy cierto!!! Gracias por recordarlo! Deberíamos escribir más artículos que nos recuerden que el Cristianismo nos invita a ser mejores personas libres sabiendo que lo importante es amar, pues si amamos a nuestro mundo y a nuestro prójimo actuaríamos siempre bien

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