
Alejandro Fontana, PhD
Al escribir sobre este tema no quiero caer en tragedias ni dramas. Mi propósito no es asustar a los lectores, ni hacerlos sentir mal. Es simplemente ayudarlos a ser conscientes de una realidad que siempre está presente en toda vida humana. Y que por eso, es mucho mejor tenerla en cuenta, y vivir dándole la cara.
¿Y esto también es necesario advertirlo en el mundo empresarial? ¡Yo pienso que sí…! Los directivos de empresas somos seres humanos; y la premisa de que un día voy a morir, con mucha seguridad nos ayudará a decidir mejor: ¿Qué dejo? ¿Qué he hecho que sea valioso? ¿Qué sentido ha tenido el tiempo que llevo viviendo? ¿Y en los años que me quedan, qué puedo hacer con ellos?
Además, de nosotros dependen muchas personas. Según el tamaño que tenga nuestra empresa o corporación, las familias a las que de una manera u otra afectamos con nuestras decisiones o con lo que dejamos de hacer pueden contarse hasta por miles. Me gustó mucho un comentario de Jack Ma, el dueño de Alibabá, en una entrevista que le hicieron en Estados Unidos. En ella, él comentó que cuando uno maneja una empresa con una facturación de miles de millones, entonces ya no puede solo pensar en sí mismo, sino que debe pensar en los demás, en todos aquellos que dependen de esa empresa. “¡Es gran una responsabilidad!”, acotó.
Mirar de frente a la propia muerte nos ayuda a perderle miedo; …el miedo no es buen compañero de viaje. Por eso nos conviene profundizar en esta realidad, y esto es lo que querré hacer brevemente ahora.
La muerte no es el final de la vida… ¡No!, al contrario, es el inicio del amor. Los que son verdaderamente cristianos lo tienen muy claro, y por eso viven más tranquilos. Además, ellos saben que para ellos será el encuentro con el Amor, escrito con mayúscula, porque en cristianismo, escribir Dios o Amor es escribir, exactamente, lo mismo.
Ahora bien, no siendo cristiano uno también puede experimentar la misma convicción: que la vida no termina con la muerte. La persona humana no se puede reducir a la nada con la muerte: ¡la vida sería un absoluto y triste absurdo!… La capacidad de querer a los demás nunca se pierde, porque esa realidad no es corruptible como lo es la materia; no hay forma de que se consuma. Su inmaterialidad nos sirve para afirmar que la persona trasciende lo temporal…
La vida es una realidad mucho más rica que lo únicamente biológico. De hecho, conocemos formas de vida que superan la dimensión biológica: como la amistad, el cariño entre esposos y entre padres e hijos. La amistad es un estadio de vida superior: tiene unas componentes inmateriales, que superan la dimensión biológica y por eso es mucho más fuerte, y eterna… si se sigue cultivando. Lo notamos en la coordinación y la sincronización que se da entre amigos, o entre las personas que se quieren.
En el sector empresarial también tenemos experiencia de este tipo de vida. Quienes han tenido la posibilidad de trabajar en un área donde prima la amistad, habrán descubierto la gran diferencia. Más aún, estoy seguro que no solo lo han pasado bien, además habrán vivido una etapa de mucha creatividad y eficacia. En consecuencia, pienso que tenemos suficientes argumentos para pensar que entre los distintos tipos de vida, también cabría uno que no requiriese la dimensión biológica.
¿Por qué entonces no querer mirar la realidad tal como es, y a partir de ella plantear cómo viviremos el tiempo que aún nos queda? Una comparación algo original, pero muy práctica es aquella que dice que vivir es como ir de compras con una tarjeta de débito de la que no se sabe el saldo que aún tiene… Casi seguro, que si nos sucediera esto en algún momento, miraríamos con mucho más cuidado lo que compramos…no sea que nos quedemos sin lo más necesario.
Puestos a dar la cara a esta realidad totalmente humana; una idea final, que tomo de un clásico de la mística castellana del siglo XVI y un gran poeta: “Al atardecer, nos examinarán en el amor”… Los auténticos hombres contemplativos son capaces de hacer este tipo de síntesis de la vida. Creo que es un consejo que podríamos tener presente…