El reto del liderazgo del Chief Executive Officer (CEO)

Alejandro Fontana, PhD

Aunque el liderazgo ha sido un tema sobre el que se ha profundizado en el ámbito empresarial, son aún pocos los autores que lo han vinculado con la dimensión ética o moral. Los escándalos financieros en dicho sector han ocasionado, en la última década, un mayor acercamiento de la academia hacia la dimensión ética de los directivos.

Como manifestación de este interés y según lo que Argyropoulous recoge en un artículo académico de reciente aparición, desde el año 2005 se han propuesto 27 cuestionarios distintos para evaluar la calidad ética de un directivo. Casi todos ellos se centran en evaluar el liderazgo directivo a partir de encontrar unas acciones éticas como resultado de las decisiones empresariales. Sin embargo, uno de estos cuestionarios sigue una lógica distinta. Basado en un marco teórico aristotélico-confusionista, se pregunta por las actitudes personales del directivo que lo habilitan para que sus decisiones sean éticas, y a partir de allí, concluye que sus decisiones profesionales también lo serán. En este artículo seguiremos esta misma dirección para reconocer el liderazgo empresarial ético: no puede existir ética en la empresa, si el principal decisor de la empresa -el CEO- no es una persona ética.

A propósito de esto, esta semana tuve una reunión virtual con la profesora Kemi Ogunyemi, de Lagos Business School, una escuela de negocios en Nigeria. Nigeria, tiene la posición 150 en el ranking de países con corrupción en el año 2022 y su pbi per cápita fue de US$ 2,072 el año 2021 (Perú tiene la posición 101 en dicho ranking, y tuvo un pbi per cápita de US$ 6,701 el año 2021). La situación empresarial de Nigeria ha hecho que esta Escuela profundice mucho en la cuestión ética, y que ha desarrollado casos y toda una metodología para introducir la cuestión ética en el currículo de todas las áreas funcionales.  Pero algo que me pareció muy relevante, fue un comentario de la profesora Ogunyemi: en los programas de Alta Dirección, procuran que los CEO vean que ellos deben ser el Chief Ethical Officer (CEO)de la empresa. El responsable de la ética de la empresa.

Y como nadie da lo que no tiene -como afirma un dicho clásico-, y como además, nadie puede evaluar a un tercero en una cualidad si no posee la misma cualidad en un grado mayor, la responsabilidad de ser el responsable de la ética de la empresa requiere haber desarrollado unos valores y tener un actuar coherente. Por eso tiene sentido la propuesta del cuestionario que mide el liderazgo ético en función a las virtudes morales -hábitos de conducta- del directivo. El comportamiento ético se fundamenta en un entendimiento adecuado la naturaleza humana y en las virtudes morales que haya desarrollado una persona a lo largo de su vida.

Esta afirmación podría parecer que no deja chance a algunos directivos. De hecho, se suele escuchar con frecuencia que lo que no se aprendió en casa es muy difícil que se aprenda más adelante. Pero esta afirmación no es del todo cierta. Si bien la persona humana es un sujeto histórico: su naturaleza tiene memoria, y en consecuencia los cambios en ella -de ordinario- no son bruscos; por el propio hecho de ser histórico, siempre le cabe encontrar un punto de quiebre en su vida.

En este sentido, me parece muy positiva y alentadora la visión del cristianismo, que siempre deja abierta la puerta al cambio de actitud; incluso el radical, el que se daría instantáneamente. Y es que esta visión siempre cuenta -esa es la ventaja- con la acción divina. Solo el Señor es el Señor del ser, y por tanto, solo Él puede modificar, incluso, los hábitos adquiridos. La visión cristiana reconoce, incluso, que Él puede generar un cambio radical en el ser humano, aunque solo queden pocos segundos de vida.

Pero volvamos a nuestra cuestión. Con lo dicho, podríamos afirmar que todo CEO tiene una tarea esencial que cumplir, y para la que debe prepararse con tiempo: nada menos que ser el “oficial jefe de la ética” en la empresa. Para salir adelante como país, requerimos de CEOs dispuestos a cuestionarse su actitud personal, su estilo de dirección y sus valores; y que luego, estén dispuestos a modificarlos, si hace falta. En un artículo anterior intenté aclarar que no todo lo legal es ético. Esto implica que el análisis del CEO debe ir más allá de lo que su asesoría legal pueda aconsejarle. Por eso, mucho dependerá de su calidad personal.

Si los que ocupamos puestos directivos en las empresas y organizaciones privadas cuestionamos nuestro modo de actuar, veremos que el país desarrollará muy rápido. El bien es difusivo, porque es atractivo; y muchos se sumarán al ver los resultados. Por eso, podemos concluir que el bienestar del país y el desarrollo de nuestros compatriotas están en nuestras manos, y no en la de terceros…

Publicado por Alejandro Fontana

Profesor universitario, PhD en Planificación y Desarrollo,

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